Montse acaba de superar la que, seguramente, ha sido una de las pruebas más duras de su vida. Ha estado 4 días ingresada en la UCI del Hospital Clínic con dos tromboembolismos pulmonares y riesgo de fibrosis pulmonar causados por el Coronavirus SARS-CoV-2. Tuvo los primeros síntomas del COVID-19 hacia finales de marzo y recibió el alta hospitalaria el 9 de abril, pero un mes y medio después sigue todavía recuperándose de los severos efectos de la enfermedad.
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¿Cómo va la recuperación?
Estoy bastante bien y llevo una vida muy "mimada". Me voy rehaciendo de las secuelas físicas que me han dejado la enfermedad y su tratamiento. Voy caminando y haciendo ejercicios respiratorios para recuperar la fuerza, hago las tareas del hogar al ritmo que el cuerpo me permite, leo mucho y, sobre todo, estoy muy en contacto con las personas a las que quiero por medio de las redes.
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¿Cómo fue tu evolución desde que empezaste a encontrarte mal hasta que te dieron el alta?
Todo comenzó el 23 de marzo, cuando llegué del trabajo con escalofríos y fiebre. Volví al Hospital y me hicieron la prueba del COVID-19 porque tenía todos los síntomas. Me fui a casa con aislamiento y tratamiento y no fue hasta unos días después cuando me confirmaron que era positiva.
La primera semana evolucioné bastante bien, con pocos días de fiebre, pero al 8º día, al levantarse de la cama, sentí que me ahogaba. Llamé rápidamente a una ambulancia y me llevaron a nuestro hospital, aunque entonces estaba muy desorientada y poco consciente. Sólo recuerdo un sentimiento de alivio cuando llegué. ¡Gracias a Dios, estaba con los míos! Pero la cosa empeoró y decidieron intubarme. Aquel fue un momento de mucho miedo, pero los compañeros me cuidaron mucho.
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¿Y después?
Desperté 3 días después en la UCI del Hospital Clínic con complicaciones. Había hecho dos tromboembolismos pulmonares en el pulmón derecho y mi respuesta inmunitaria estaba derivando hacia una fibrosis pulmonar. Aquella fue una noche de pruebas, pasillos, servicios, incertidumbre, miedo y, sobre todo, ahogo. Estuve ingresada durante 4 días con todos los síntomas, pero por suerte tuve una buena respuesta a los cambios médicos. El día 9 de abril me dieron el alta a domicilio (me libré de ir a un hotel), con seguimiento de la Unidad de Hospitalización a Domicilio (aquí Montse hace un guiño a sus compañeras de la UHD en el Hospital).
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Los días en la UCI supongo que fueron duros, tanto emocional como físicamente...
La verdad es que no los recuerdo mucho. Es un período que pasas en una semiinconsciencia inducida por los medicamentos y en la que sólo te despiertas cuando te estimulan. Y mejor, porque los momentos de conciencia son muy desagradables: te encuentras muy mal, te ahogas, te duelen los tubos, tienes sueño... Y aunque te explican lo que te ha pasado, no eres capaz de retener la información. La desorientación es total y no existe ni tiempo ni espacio. Lo que sí puedo decir es que el trato del personal sanitario durante aquellos días fue maravilloso.
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Y claro, como enfermera debes de haber empatizar en muchos momentos con los sanitarios que cuidaban de ti. ¿Qué sentías, cuando los veías?
Conociendo como conozco el trabajo que hacían, puedo decir que su atención era muy, muy buena, a pesar de la sobrecarga, la incertidumbre y la preocupación. Se cumplían los horarios, las curas eran las necesarias, las pruebas y analíticas se hacían cuando tocaba e, importante, ellos transmitían tranquilidad y sensación de control. De hecho, lo mejor de todo fue el trato que recibí por parte del personal sanitario: mucha estima, paciencia ante cuidados larguísimas, voluntad de ayudar y animar, y una gran dedicación. Y todo ello, con el añadido de que cada vez que tenían que entrar en la habitación tenía que hacerlo más de una persona y debían vestirse.
En este punto, me gustaría destacar la labor que han hecho los estudiantes que estaban a punto de finalizar sus estudios y que han estado trabajando en primera línea con un trato y una dedicación extraordinarios. Han dado la talla con la mejor nota.
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¿Qué es lo peor de esta enfermedad?
Que es desconocida y que, por tanto, estamos aprendiendo a medida que enfermamos y nos recuperamos. Trabajar con el método ensayo-error y únicamente con algunos conocimientos previos de virus de la misma familia, ha hecho que la intervención y las medidas de aislamiento hayan sido muy cambiantes y, por tanto, que el virus haya actuado con más fuerza. Además, la habíamos subestimado y nos hemos dado cuenta tarde de que no "era algo más que la gripe".
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¿Cómo te ha cambiado esta experiencia?
He aprendido que lo que eres y lo que tienes puede cambiar de forma repentina, así que debes tener claro lo que quieres en tu vida e ir a por ello. En cuanto al lado físico, aun deberé esperar un tiempo para conocer las secuelas. Sea como sea, saldré adelante porque yo todavía estoy aquí, cosa que muchas personas no pueden decir.
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Y la sociedad, ¿qué crees que aprenderá de esta crisis?
Todo esto nos debería hacer reflexionar sobre qué podemos mejorar en nosotros y en nuestro entorno, ya que todos, de una forma o de otra, nos hemos visto afectados por la pandemia. A veces una situación mala como esta nos puede aportar mejoras.